jueves, 28 de noviembre de 2013

Anfibios en Chile

Anfibios viene del latín y se compone de Anphi y Bios, es decir, "ambas vidas" pues se caracterizan como grupo por poseer un ciclo de vida de dos etapas: una acuática cuándo son juveniles y otra terrestre cuándo alcanzan la madurez. Fueron los primeros vertebrados en establecerse en Tierra firme luego de que peces primitivos hace millones de años incursionaran en tierra en busca de alimento, siempre volviendo al agua para reproducirse, y lograran evolucionar para dar origen a los primeros anfibios.
Se caracterizan por una piel húmeda y permeable a la pérdida de agua por lo que, a pesar de que en estado adulto son terrestres, tienen que vivir en sitios de alta humedad, y casi siempre cerca del agua dulce. Por supuesto que hablamos de manera general pues, en biología, siempre hay excepciones, y se sabe de anfibios que viven en pleno desierto. Los anfibios necesitan humedad no solo para mantenerse vivos si no también para reproducirse pues sus huevos no tienen cáscara como los de los reptiles o las aves y en un ambiente seco se deshidratan y mueren.

Huevos de sapito del Género Batrachyla. Se aprecian, gracias a la ausencia de cáscara, unas esferas dentro de cada huevo. Estas esferas son masas de células que darán origen al renacuajo (foto de Bernardo Segura).

Renacuajo alimentándose de un invertebrado. Los renacuajos poseen características en común con los peces como son la presencia de branquias y la línea lateral, que son un conjunto de receptores de vibraciones en los costados del animal (foto de Bernardo Segura).

Los anfibios tienen una rica historia evolutiva y en su momento, hace millones de años, llegaron a ser los animales terrestres y acuáticos dominantes. Hubo grandes anfibios que habitaron ríos y lagos y eran depredadores formidables con un estilo de vida similar al de los cocodrilos como el Koolasuchus.

Video de un Koolasuchus en la serie documental Paseando con Dinosaurios, de la BBC

La época dorada de los anfibios quedó en el pasado y actualmente suelen ser animales pequeños agrupados en tres grupos: cecilias (animales alargados como serpientes), salamandras (similares a lagartijas pero de piel húmeda) y sapos y ranas. Son estos últimos los únicos presentes en Chile.

Chile es un país que destaca por sus anfibios no en cuánto a número y diversidad, si no por su alto grado de endemismos. La Particular geografía de nuestro país ayuda a explicar este fenómeno: Chile es un país acorralado por la Cordillera de los Andes, el Océano Pacífico y el Desierto de Atacama. Esto aísla a nuestras especies de anfibios, sumado a esto, la presencia de cordones montañosos en el valle central y la Cordillera de la Costa aísla aún mas a estos animales, por lo que se mantienen incomunicados con sus homólogos de otros lugares y así, de acuerdo a las condiciones de su ambiente particular, derivan en nuevas especies.

Batrachyla antartandica, una especie nativa de Chile y Argentina (foto de Bernardo Segura)

Batrachyla leptopus (foto de Bernardo Segura)

Rana montana de Nahuelbuta (Telmatobufo bulloki), una especie endémica de Chile que solo se encuentra en la Cordillera de Nahuelbuta. Dicha cordillera alberga muchas especies exclusivas tanto de animales como de plantas e incluso tiene una población de zorros de Darwin (Lycalopex fulvipes), especie amenazada de extinción (foto de Ramón Reyes).


Zona Norte

La zona norte de Chile es conocida por su aridez, condición poco favorable para los anfibios de piel húmeda y permeable que además necesitan agua para reproducirse. Debido a esto los sapos y ranas nativas de esta zona habitan en torno a los cuerpos de agua, lo que supone que sus poblaciones se encuentren distanciadas entre sí por la poca abundancia de este elemento del que son tan dependientes. Los escasos cuerpos de agua y la separación entre estos hacen que las distintas poblaciones no se mezclen con mucha frecuencia, lo que favorece la especiación alopátrica (que es el proceso en el cuál se originan nuevas especies a partir de un ancestro común con poblaciones separadas). Algunas de las especies presentes en el Norte son las del Género Telmatobius, que se encuentran en el sector andino, así como el sapo atacameño (Bufo atacamensis o Rhinella atacamensis). Muchas de las especies de anfibios de la zona son endémicas producto de su reducido y localizado hábitat.

Telmatobius marmoratus, ejemplar fotografiado cerca de Parinacota. Habita también en Perú y Bolivia, en el Altiplano (foto de Bernardo Segura). En Chile habitan varias especies del género Telmatobius, siempre en los sectores andinos del norte. Muchas de estas especies son endémicas.

Zona Central

Desde el río Aconcagua (V Región) hasta el río Biobío (VIII Región) es la porción de territorio nacional llamada Zona Central la cual se torna mas húmeda de forma paulatina desde el norte hacia el sur. La V Región y la Región Metropolitana antaño eran mas húmedas, sin embargo en el último siglo se modificó el paisaje y muchos humedales fueron desecados por el hombre por diversas razones, esto sin mencionar la contaminación de los cursos de agua y la introducción del sapo o rana africana (Xenopus laevis) que depreda a los anfibios nacionales de menor tamaño.
Aún así en la zona central encontramos una mayor diversidad de anfibios que en la zona norte y destacan especies como la rana chilena, que es endémica, y el sapito cuatro ojos (Pleurodema thaul) que es uno de los más fáciles de ver.

Ejemplar de rana chilena (Calyptocephalella gayi) juvenil en las cercanías del estero Pichi, en la Región Metropolitana. Esta especie característica de la Zona Central de Chile posee un potencial comercial pues es comestible y existen criaderos dedicados a su crianza con fines alimenticios (foto de Pablo Vial).

Sapo o Rana africana (Xenopus laevis) especie introducida a Chile y muchos otros países del mundo con propósito de estudios científicos (foto de www.wikipwdia.org).

Zona Sur

El sur de Chile, mucho más húmedo que los territorios anteriores, alberga una mayor diversidad de sapos y ranas al darles mas espacios habitables. Tantos los bosques de la selva valdiviana como los de roble, así como las turberas o mallines ofrecen sitios idóneos para las diversas especies anfibias. En la zona sur de encuentran especies características como la ranita de Darwin (Rhinoderma darwini) o el sapito selvático (Hylorina selvatica) que es una especie que puede encontrarse trepando sobre arbustos y coligues. La ranita de Darwin se ha convertido en un icono de la conservación de anfibios en Chile y existen distintas iniciativas enfocadas a su conservación como la reproducción en cautividad que hace la Universidad de Concepción.
Otras especies menos conocidas son el sapo hermoso (Telmatobufo venustus) y la rana montana de Nahuelbuta (Telmatobufo bulloki) que viven en o cerca de esteros caudalosos, de echo sus renacuajos poseen una ventosa para adherirse  a las piedras y que no se los lleve la corriente.
En el extremo sur de Chile la tendencia de su abundancia tiende a revertirse y los batracios escasean, quizá debido a las bajas temperaturas, recordemos que estos son animales de sangre fría o ectotermos: no regulan su temperatura si no que está varía según el ambiente

Ranita de Darwin en su hábitat natural: el sotobosque de las selvas húmedas del sur de nuestro país. El macho cuida a sus crías: engulle los huevos y los cuida en su boca, sin tragarlos, hasta que eclosionan y siguen dentro como renacuajos hasta que los "vomita" cuándo ya son pequeñas ranitas (Foto de Bernardo Segura).

Parque Nacional Alerce costero, hogar de diversas especies (foto de Bernardo Segura).

Conservación

Los anfibios a nivel global están sufriendo un declive, ya muchas especies antaño abundantes no se han visto en décadas como es el caso del sapo dorado (Incilius periglenes) de Costa Rica por nombrar un ejemplo, también la salamandra gigante americana (Cryptobranchus alleganiensis), por nombrar otra. En cChile tenemos el caso de la ranita chilena de Darwin (Rhinoderma rufum). Las causas son múltiples: la destrucción del hábitat natural que en ocasiones es muy restringido para una especie, la introducción de especies foráneas por parte del hombre que puedan depredarlas o competir por los recursos, la extracción de su hábitat para tener como mascotas o la introducción de diversas enfermedades como la del hongo quítrido que ha diezmado poblaciones anfibias en América del Norte.
Para Chile la causa principal es la destrucción del hábitat y para el caso de la rana chilena se suma la captura de ejemplares silvestres para servir en restaurantes y que, ilegalmente, los hacen pasar por ejemplares criados en cautividad.
La poca cultura y valoración respecto a estos animales también juega un papel fundamental: no se puede proteger lo que no se conoce, de ahí el porqué de este artículo, como granito de arena para promover su conservación.