domingo, 23 de abril de 2017

Documental: "Oro chilote"

Dejo este muy buen documental que nos cuenta sobre la problemática en Chiloé de la extracción del ponpón (Sphagnum sp.), musgo nativo muy importante para el ciclo del agua en la Chiloé.


miércoles, 19 de abril de 2017

Monumento Natural El Morado


Muchas personas tienden a sinonimizar los conceptos conservación y preservación, si bien corresponden a cosas diferentes y los alcances de su definición pueden determinar de manera tajante la conformación de un territorio en la medida de que se preserva o conserva. Mientras que la preservación se refiere a la administración de un lugar, objeto, ente o fenómeno lo más intacto posible, sin realizar extracción de recursos de él, ni usarlo de tal manera que se altere, la conservación se refiere a la administración de un lugar, objeto, ente o fenómeno de al manera que podamos extraer sus recursos o proveernos de sus servicios de manera sustentable y sostenible en el tiempo, es decir, que no comprometa la integridad de lo que se conserva, y buscando su restauración.
Bajo estas definiciones surgen las Reservas Nacionales, Parques Nacionales y Monumentos naturales, administrados en Chile por la Corporación Nacional Forestal.
Las Reservas Nacionales tienen fines de conservación del patrimonio natural del país, encontrándose en su interior tanto zonas de bosque nativo, como plantaciones con fines productivos de especies exóticas como pino insigne (Pinus radiata) o eucalipto (Eucalyptus sp.), reflejando su carácter conservativo. Un ejemplo es la Reserva Nacional Lago Peñuelas, ubicada en la V Región.
Los Parques Nacionales tienen un fin preservativo y comprenden grandes superficies, buscando englobar ecosistemas particularmente diversos que muestren gran biodiversidad de modo de dejarlos amparados bajo su protección. Un ejemplo es el Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández, ubicado en el archipiélago homónimo y que presenta altísimos niveles de endemismos a nivel de flora y fauna.
Los Monumentos Naturales, al igual que los parques, tienen fines de preservación, sin embargo se diferencian en la superficie que abarcan que es menor y en que buscan proteger un ente o fenómeno natural en particular en vez de una gama de ecosistemas, tanto por su valor ecológico como por su valor cultural.

Bajo el alero de Monumento Natural, el 19 de julio año 1974 se establece el Monumento Natural El Morado el cuál pretende proteger el fenómeno de avance del glaciar colgante San Francisco. Ubicado a 93 kilómetros de Santiago, el área comprende 3009 hectáreas de cordillera que abarcan formaciones vegetacionales como el matorral esclerófilo andino y la estepa altoandina, emplazado en un circo glaciar formado por el San Francisco. Su cumbre más alta es el cerro el Morado, con mas de 5000 metros sobre el nivel del mar y que le da el nombre al lugar, si bien el cerro quizá mas importante sea el cerro San Francisco, donde se ubica el glaciar homónimo, y a cuyos faldeos se encuentra la laguna Morales. Como es de esperarse en la zona, el deshielo de las nieves y el glaciar alimenta numerosos afluentes que finalmente tributan al río Morales.

Posee especies vegetales endémicas como el frangel (Kageneckia angustifolia) especie que marca el límite de la vegetación arbórea, o el cactus Austrocactus spiniflorus endémico de la cordillera de la Región Metropolitana. En total hay alrededor de 300 especies de flora, entre nativa y exótica.


Austrocactus spiniflorus (foto de Juan Pablo Salgado).

En cuanto a la fauna nativa, esta se caracteriza por su pequeño tamaño y por sus altos niveles de endemismo. Un ejemplo es el cururo (Spalacopus cyanus), roedor de color negro que habita en colonias bajo tierra, endémico de Chile, o aves como el picaflor cordillerano (Oreotrochilus leucopleurus) que también se encuentra en Bolivia y Argentina. Si bien la fauna suele ser pequeña, destaca de entre ellas el cóndor (Vultur gryphus), ave carroñera de hasta 2,5 metros de envergadura emblemática de la cordillera y quizá la más fácil de reconocer de entre la avifauna nativa.

Existe evidencia de que el ser humano ha visitado el área desde hace miles de años. El pueblo chiquillán, actualmente extinto y del que no queda ningún descendiente directo, ocupó la zona estacionalmente en busca de piezas de caza tales como el guanaco, que ya no está presente en el Morado, y vegetales comestibles. Es probable que la zona fuese también ocupada de manera esporádica por picunches, rama nortina del pueblo mapuche y actualmente también extinta culturalmente, debido a que se anexó al imperio Inca. Dicho imperio, que ocupó el valle de Santiago, realizaba incursiones en la cordillera, al encontrar en ella sitios ceremoniales sagrados para adorar tanto a las montañas mismas como a Inti, el dios sol, y para lo cuál requería de yanaconas (indios de servicio) pertenecientes a las etnias anexadas al imperio. Recodemos el hallazgo de el Niño de El Plomo, niño dado en ofrenda humana a los dioses en un rito Inca, y que se encontró en el cerro El Plomo, fuera del cajón del maipo.

Si bien actualmente no quedan chiquillanes, picunches o incas que ocupen estos territorios, se pueden ver reminiscencias de su cultura en los huasos del lugar: sus rutas de transhumancia en las que arrean el ganado de una pastura a otra, el folclore e historias relatadas de una generación  a otra o en el uso de hierbas medicinales o para consumo, etc.

Para poder llegar desde Santiago se debe tomar la ruta G-25, de modo que se puede pasar por el sector de Las Vizcachas, El Manzano y San José de Maipo, todos lugares icónicos del cajón. Luego de algunos kilómetros después de cruzar el Puente San Gabriel se encuentra una bifurcación. Se debe seguir el camino de la izquierda de modo que se llega a la localidad de Baños Morales, villorrio cercano a la confluencia del río Morales y el río el Volcán. Si se viaja en vehículo particular, este debe dejarse en el villorrio y caminar hacia el acceso al monumento, que se encuentra en el mismo, y que solo se puede acceder a pie ya que no cuenta con estacionamiento para turistas.


La alameda subre las casa de Baños Morales, visto desde el Morado (foto de Juan Pablo Salgado).

Al ser Monumento está prohibido acampar, si bien cuenta con un sendero que parte desde la administración hasta el glaciar San Francisco y que durante el invierno solo está funcionando los tres primeros kilómetros ya que la nieve del sector vuelve peligroso el tránsito el resto del tramo. Este se debe realizar a pie, quedando prohibido el ingreso de caballos al Monumento, así como cualquier otro tipo de ganado o mascotas. Durante la temporada estival el horario de ingreso del público es de 08:00 a 13:00 hrs, mientras que en temporada de invierno es de 08:00 a 12:30 hrs, de modo que se garantice que las últimas personas en entrar tengan tiempo para llegar al glaciar y volver antes del cierre.

Todas estas medidas son necesarias para la preservación del lugar, evitando que los visitantes consuman leña y haya riesgo de incendios, o que se permita el ingreso e animales que puedan transmitir enfermedades o depreden a la fauna y flora nativa alterando la composición de su ecosistema, y obviamente para la misma seguridad de los visitantes. La preservación del glaciar San Francisco ha traído aparejado un aumento en el desarrollo de la vegetación nativa al excluir total o parcialmente el ingreso de ganado, ofreciendo una vista similar a la que se tenía la vegetación original en la cordillera de la Región Metropolitana. Aún así, ocasionalmente se puede ver ganado caballar o caprino en el interior, debido a que los lugareños los dejan pastando a pesar de la prohibición existente. Según me comentó un funcionario, el ganado caprino es fácil de fiscalizar debido a que son pocas las personas dueñas de esas cabras, pero en el caso de los caballos es más difícil debido a que casi todos los lugareños poseen estos animales. La misma comunidad se ha adaptado a la administración de El Morado y dejan su ganado por la tarde, de modo que pueden pastar toda la tarde y durante la noche dormir allí, ya que los funcionarios sacarán a los animales a la mañana del día siguiente.

Pero no todas las relaciones con la comunidad vienen a generar conflicto: para poder acceder al Monumento se debe llegar y pasar por Baños Morales, poblado que recibe sus nombre de las aguas termales que allí afloran, y que le ha dado la oportunidad de desarrollarse económicamente en base al turismo de aquellas personas que buscan en sus aguas un momento de relajo en tono a la naturaleza. Esta situación se ha visto favorecida por la declaración del Monumento Natural El Morado, al agregarse el afluente de gente que pasa por Baños Morales para llegar a la zona protegida. Así, el poblado no solo se vale de las aguas termales, si no también de su comida tradicional, hospedaje, visitas guiadas a caballo, etc. para desarrollarse económicamente.
Curiosamente, dentro del Monumento está emplazada una cruz de madera en un mirador natural desde donde se puede ver el río, el sector Las Amarillas, el camino que lleva a Baños Morales y el paisaje en general. Dicha Cruz, según se me comentó, ya se encontraba en dicho lugar cuándo se declaró Monumento Natural, y no está claro ni su origen, ni quién le pasa una nueva mano de pintura año a año. En conversaciones con los lugareños, estos han relatado diferentes versiones de su origen: un accidente aéreo en las cercanías, un derrumbe que mató estudiantes más adentro en el sector, entre otros hechos lamentables y que podrían haber motivado a alguien a emplazar la cruz, aunque su origen sigue incierto.

Foto de Camila Torres

No solo las comunidades aledañas tienen un impacto en El Morado: en todo el Cajón del Maipo se vive una tensa situación desde la aprobación e implementación del proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo, el cuál involucra la remoción de material rocoso para la instalación de acueductos y otras instalaciones, sin mencionar el uso no consuntivo de las aguas de algunos afluentes en el sector. Las consecuencias ecológicas de semejantes alteraciones se verán en los próximos años, pero socialmente tuvieron un efecto aún antes de su aprobación, generando disputas intestinas por los efectos que traerá a la comunidad. La mayor parte de la energía eléctrica generada en Alto Maipo no está destinada a los poblados del cajón, ni a la población creciente de Santiago, si no a la minera Los Pelambres, que la requiere para sus faenas productivas.
Incluso más allá de las fronteras nacionales, las actividades de la sociedad globalizada surten efecto en los parajes naturales aparentemente imperturbables. El cambio climático global ha generado un aumento en las temperaturas medias anuales, así como una disminución en las precipitaciones, y una mayor concentración de estas en menos eventos al año. Todo ello ha causado que el glaciar San Francisco haya disminuido su volumen y se encuentre actualmente en un proceso de retroceso. Así, el avance continuo de los glaciares desde hace mas de 10.000 años en la ultima glaciación se ha empezado a detener e incluso a retroceder en casos como este.

lunes, 17 de abril de 2017

El pequeño gran universo de los ácaros

Ácaro atrapado en una telaraña (foto de Bernardo Segura).

Más allá de lo que aprecia el común de la gente existe un universo completo a diminuta escala habitado por miles de millones de animales de pequeñísimas dimensiones, tan interesantes como las criaturas que vemos en los documentales del Serengeti africano.
Es el universo de los ácaros: arácnidos de diminutas dimensiones que representan quizá uno de los grupos animales más exitosos, ocupando casi todos los nichos que pudiesen imaginar. De hecho podríamos decir que no es un solo pequeño gran universo de los ácaros, si no muchos, pues cada hábitat que conciban probablemente tenga al menos una especie de ácaro: materia orgánica en descomposición, flores, el subsuelo, entre las plumas, escamas y pelos de diferentes animales, charcos, e incluso en los orificios y dentro del cuerpo de otros animales.
¿Qué son los ácaros? Pues bien, los ácaros son todas aquellas especies que pertenezcan a la Subclase Acari o Acarina, una clasificación taxonómica de las especies. Esta Subclase se divide a su vez en otras clasificaciones pero no viene al caso detallarlas todas.

Estos invertebrados poseen los más variados estilos de vida y adaptaciones que les permiten desenvolverse en su pequeño gran universo. Ciclos de vida acelerados, endogamia forzada, piezas bucales especializadas, garras, generar hilos de seda, ventosas etc., se cuentan entre estas adaptaciones. 
El animal más rápido del mundo es, de hecho, un ácaro. La especie es Paratarsotomus macropalpis, endémico de California, es capaz de recorrer una distancia equivalente a 171 veces la longitud de su cuerpo en un segundo.
Incluso en nuestro rostro viven al menos tres especies de ácaros, Demodex folliculorum es una de ellas. Estos animalillos, que ni siquiera se parecen a los ácaros mostrados en las fotos de este post, viven en el rostro de Homo sapiens, donde descansan en nuestros folículos capilares y salen por la noche para aparearse bajo nuestras narices (y a los lados, y arriba).

El primer par de patas de este ácaro, tan largo, seguramente sirve para percibir su entorno que para caminar (foto de Bernardo Segura).

Estos arácnidos pueden estar muchos mas presentes en nuestras vidas de lo que uno podría imaginar. Por ejemplo, no muchos saben que las garrapatas son en realidad ácaros parásitos. En Chile tenemos especies introducidas como la garrapata del perro (Rhicephalus sanguineus) que parasita a nuestras mascotas y es un chupador de sangre de cuidado. Por supuesto que tenemos garrapatas parásitas nativas, por ejemplo Amblyomma tigrinum encontrada tanto en perros como en zorros o A. parvitarsum, que parasita camélidos como la llama (Lama glama) y la alpaca (Vicugna pacos), ambas encontradas también en ganado doméstico. Incluso el amenazado monito del monte (Dromiciops sp.) es parasitado por Ixodes neuquenensis.
Como ya se comentó, los ácaros han ocupado todos los nichos imaginables y existen ácaros chupasangre en aves, lagartijas y otros invertebrados como la escolopendra chilena (Akymnopellis chilensis) o incluso otros arácnidos como los opiliones.

Izq: Lagartija Liolaemus monticola con dos ácaros sobre su párpado, quizá alimentándose de su sangre; Der: opilión con ácaros color naranja sobre él (fotos de Bernardo Segura).

Además de ser una molestia para otros animales, algunas especies pueden causar dolores de cabeza en la agricultura. En Chile contamos con diferentes ácaros de interés agronómico pues se alimentan de nuestros cultivos. De hecho hay una grupo de ácaros rojos pequeños como un punto que se denominan genéricamente "arañitas rojas", de las cuales comentaré sobre la "falsa arañita roja de la vid" (Brevipalpus chilensis), por ser nativa. La falsa arañita roja es capaz de vivir de diferentes cultivos: vid, cítricos, kiwis, almendros, etc., en donde se ocultan las hembras en otoño, en las partes leñosas como bajo la corteza. En primavera, con los brotes nuevos de las plantas, despiertan y van hacia los brotes para alimentarse. Al alimentarse de los brotes nuevos generan un daño reduciendo el vigor de la planta y disminuyendo su capacidad productiva. Se ha calculado que el rendimiento de los cultivos puede  disminuir entre un 30 y un 40% cuando la falsa arañita roja se encuentra en altas densidades.
Para controlarla se recurre a diferentes medios entre ellos un aliado inesperado: ¡otros ácaros! Se usan en el llamado control biológico, método de control de plagas en el cuál se recurre a predadores para mantener a raya las especies que puedan considerarse dañinas, tanto en agricultura como para la salud humana o en otras situaciones. Para este caso se requiere de los servicios de diferentes especies de ácaros, entre las cuales está Chileseius camposi, que también es nativo.


Pero los ácaros van muchísimo mas allá de las garrapatas y las plagas agrícolas, y nuestros ecosistemas albergan especies que desempeñan diferentes roles.
Nuestras playas, por ejemplo, albergan la llamada meiofauna, que son aquellos invertebrados de pequeñísimo tamaño que viven entre los granos de arena de la zona intermareal. Dentro de estas especies hay ácaros, los cuales destacan porque, a diferencia del resto de meiofauna, éstos tienen un origen terrestre y no marino.

Ácaro en la playa, pasando cerca de un caracol de la zona intermareal (foto de Fernando Medrano).

En tierra firme los ácaros están presentes en el suelo y la hojarasca de los bosques. En los bosques esclerófilos de la zona central puede que los ácaros jueguen un papel importante en el ciclo de los nutrientes. Resulta que en los bosques de la cuenca del mar mediterráneo existen muchas especies vegetales cuyos cuerpos están llenos de aceites esenciales y otros compuestos, muchas veces aromáticos, y al morir las plantas o caer sus hojas, los organismos que generalmente realizan la descomposición no toleran la alta concentración de estas sustancias químicas. Son entonces los ácaros quienes consumen esta materia orgánica y la reintegran a la red trófica. Los bosques esclerófilos de la zona central son muy parecidos a los del mediterráneo porque tenemos el mismo clima y las plantas se adaptan de maneras similares. Haciendo esta comparación podríamos esperar que los ácaros de aquí desempeñen la misma función.

Ácaro aterciopelado del bosque esclerófilo (foto de Bernardo Segura)

¿Recuerdan cuándo les dije que los ácaros estaban en todas partes? En Chile se han encontrado especies incluso dentro de los tallos del junquillo (Juncus procerus), una planta acuática que crece en humedales. El descubrimiento de estos ácaros es llamativo no solo porque se encontraban dentro del parénquima de los tallos, o sea de los tejidos dentro del tallo, si no porque se descubrieron especies que no se sabía que estaban presentes en Chile, ni siquiera que vivían en estos ambientes acuáticos. Dentro del junquillo se encontraron ¡9 Géneros de ácaros! Es decir: por lo menos 9 especies. Dentro de los Géneros encontrados se pueden mencionar Holoparasitus, Cyta y Balaustium, de los cuales no se tenía registro previo en Chile. También se encontraron ácaros del Género Eupodes, el cuál se supone que se encuentra también en la Antártida Chilena con la especie E. wisei. Arrenurus fue otro ácaro encontrado, el cuál pertenece a la familia de los hidracnidos (Hydrachnidae), una familia de ácaros de vida acuática, y que en Chile se cuenta con las especies A. valdiviensis, A. solitarius, A. tenuicollis A. boettgeri.

Junquillo (foto sacada del siguiente link: https://www.flickr.com/photos/fjbn/5500593589).

Dentro del parénquima de las plantas, o dentro las narices de los picaflores, incluso. Por curioso que suene, cuándo los picaflores visitan una flor, pequeñas tropas de ácaros que esperan en la flor se suben a su pico y caminan raudos hacia los orificios nasales del ave, alojándose en su interior. Cuándo el picaflor visite otra flor, los ácaros se bajarán igual de rápidos. Los ácaros podrán alimentarse de néctar o polen que tengan las flores y al hacerlo sus cuerpos podrían verse cubiertos de polen que llevarán a otra planta y contribuir así a la polinización.

Ácaros sobre la flor de una Euphorbia (foto de Bernardo Segura).

Con las diversidad de hábitats que tenemos en Chile: desiertos, bosques mediterráneos, templados, savanas, matorrales, playas de todo tipo, etc., es de esperar que cada hábitat posea sus ácaros específicos, y estos alcancen una gran diversidad. No solo eso, sabemos también que los parásitos muchas veces son específicos para una especie de hospedero (a la que parasitan), y tomando en cuenta que Chile cuenta con un gran porcentaje de especies endémicas, podría esperarse algo similar para sus ácaros parásitos. Pues bien, la respuesta es: no lo sabemos. 
Pasa que la diversidad de ácaros nativos está escasamente estudiada, sobre todo si la comparamos a la asociada a cultivos agrícolas. Urgen especialistas y estudios que nos revelen y clarifiquen la que seguramente es una acarofauna riquísima en endemismos adaptados a nuestras únicas condiciones como país. Esto podría beneficiar tanto a la agricultura como a los proyectos de restauración de ecosistemas, así como la salubridad humana. Tenemos mucho trabajo por hacer.

Foto de Bernardo Segura.