domingo, 14 de enero de 2018

Litoral chileno: praderas marinas

Pradera marina en Chile (foto sacada del siguiente link: http://www.ed3p.cl/community/news/?locatn=news&action=view_comments&to=76).

Las praderas marinas son ecosistemas poco conocidos que se dan en los litorales de aguas someras en pocos lugares del mundo. Se componen principalmente de plantas con flores, de ancestros terrestres, que han evolucionado para vivir sumergidas en aguas marinas poco profundas. Las hierbas marinas NO son algas. Diferentes especies de "pastos" o "hierbas marinas" crean estos hábitats y para Chile la especie Zoztera chilensis, a veces llamada Heterozoztera chilensis y antaño Heterozostera o Zostera tasmanica, es la responsable de crearlos en unas pocas localidades costeras de las regiones III y IV.

Las praderas marinas alrededor del mundo se componen de especies que se reproducen vegetativamente de forma muy abundante generando rizomas, que son tallos subterráneos, que crecen bajo el sustrato marino, brotando con hojas y raíces y generando así una pradera. Esto tiene dos efectos positivos: anclar la arena y sedimentos del lecho marino con sus raíces, y aprovechar sus nutrientes de manera directa incorporándolos así a la red alimenticia, a diferencia de las algas que no obtienen los nutrientes del suelo marino si no aquellos que están disueltos en el agua. Además, el movimiento ondulante de las hojas de los pastos marinos reduce la potencia de los movimiento de las aguas, volviéndolas más calmas. Estos ecosistemas no solo brindan cobijo a una gran biodiversidad, si no que pueden ser vitales en la lucha contra el cambio climático: estudios en las praderas marinas de Australia han revelado que absorben el doble de dióxido de Carbono disuelto en el mar que la misma superficie de selva tropical, y es posible que ocurra algo similar con las praderas marinas chilenas, tomando en cuenta que las australianas se componen de especies del mismo género, Zostera. Los valores promedio para las praderas marinas son de producción de 1 kg de Carbono en un metro cuadrado al año, es decir, crecen de tal manera que almacenan 1 kg de carbono en los tejidos que generan: raíces, hojas y rizomas.

En Bahía Tiburón, Australia, se extiende una pradera marina de alrededor de 2400 km2 (fotocaptura de la serie de la BBC Planet Earth, episodio Shallow Seas).

De manera paralela a las praderas y sabanas terrestres, las praderas marinas conforman ecosistemas ricos que dan sustento a multitud de animales que se nutren o buscan cobijo en ellas. En el Viejo Mundo los pastos marinos brindan hábitat a grandes rebaños de dugongos (Dungong dugon), y en el Nuevo Mundo grupos de manatíes hacen lo mismo. Estos animales se alimentan casi exclusivamente de hierba marina y son depredados, cuán ñu por un león, por los tiburones que patrullan las praderas.

Izq: dugongo alimetándose; Der: manada de dugongos en Bahía Tiburón (fotocapturas de la película Oceanos, y del episodio Shallow Seas de la serie Planet Earth respectivamente).

Aunque en Chile no tenemos ni manatíes ni dugongos, si contamos con un habitante de las praderas marinas de todo el mundo: la tortuga verde (Chelonia mydas), aunque la subespecie Ch. m. agassizii, del norte de Chile, es llamada tortuga negra por su coloración oscura. Este reptil marino se alimenta de algas, ocasionalmente de pequeños animales marinos y, por supuesto, pasto marino. En nuestro país visitan las praderas de Zostera chilensis los ejemplares juveniles de tortuga negra, mientras que los adultos y subadultos se encuentran en las costas de Norte y Centroamérica según parecen indicar cada vez mas estudios. Estas tortugas provienen de diferentes partes del Océano Pacífico, aunque para Chile y Perú parecen venir aquellas nacidas en el Archipiélago de las Galápagos principalmente. En Isla de Pascua es posible ver a la tortuga verde de la subespecie Ch. m. mydas, llamada localmente "honu", la cual seguramente visita praderas marinas de otras zonas del globo. Quizá fueron estas pasturas las que dieron sustento también al hoy extinto perezoso acuático (Thalassocnus sp.), mamífero cuyos restos fósiles fueron encontrados en Bahía Inglesa.

Tortugas negras en pradera de Zostera chilensis (fotocapturas de la serie Wild Chile, en su episodio "Animalis chilensis", en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=D7xEBqIusvI&t=1009s)*

Reconstrucción digital del perezoso acuático (Ilustración sacada del siguiente link: https://alchetron.com/Thalassocnus)

Las praderas marinas constituyen una zona de cría para diferentes peces y mariscos, por lo que tienen una gran importancia al ser las guarderías de especies comerciales como el ostión del norte (Argopecten purpuratus). De hecho, en la localidad de Puerto Aldea las mayores concentraciones de ostión del norte se dan en su pradera marina. Incluso los tallos les sirven de anclaje a algas verdes y rojas que, a su vez, dan sustento a invertebrados marinos como crustáceos caprélidos, jaibas, etc.

Es muy poco lo que sabemos de este ecosistema. De hecho aun no se sabe a ciencia cierta su origen: algunos creen que tiene un origen en Gondwana, el continente prehistórico que contenía a Sudamérica, India, Antártica y Australia, y que eso explicaría por qué en esta última existe una especie similar; otros platean que llegó una semilla de pasto marino de algún otro lugar y que al llegar a Chile se asentó y originó una nueva especie; algunos incluso piensan que puede haber sido introducida accidentalmente por el ser humano producto de sus viajes oceánicos, aunque esta última opción parece la menos fiable al tratarse de una especie endémica y de la relación que tiene con la fauna local.

Pradera marina en el norte de Chile (fotocaptura del siguiente video: https://www.youtube.com/watch?v=8YfwHDbpUbw&t=417s).

Una vez más nos encontramos ante un ecosistema amenazado por la acción humana: a nivel mundial las praderas marinas están sufriendo una disminución en su superficie debido a distintos factores entre los que se encuentran la alteración de su hábitat por un cambio en la temperatura de las aguas o en la turbiedad de estas de modo que dificulta su fotosíntesis. En Chile poco y nada se sabe de estos ecosistemas, y algunas praderas se han visto amenazadas por proyectos energéticos. Destruir estos ecosistemas sería una pérdida por la biodiversidad que albergan, por ser vitales en la renovación de recursos pesqueros, por su ayuda en la lucha contra el cambio climático y seguramente por mucho y mucho más.



*Gente de Wild Chile y de Chilevisión por favor no me maten ni demanden por poner imágenes de su serie documental :(((((((

jueves, 4 de enero de 2018

El litoral chileno: estuarios y lagunas costeras


Los estuarios son ecosistemas que se forman en la desembocadura de los ríos en el mar. Por su localización y la mezcla de aguas dulces y saladas se genera un ecosistema muy rico que contiene elementos de tierra firme y del mar: el embotellamiento de las aguas al desembocar genera una gradiente de salinidad que permite la presencia de peces de agua dulce como diversas especies de pejerreyes o la lamprea de bolsa (Geotria australis) que remonta río arriba desde el mar para reproducirse, o aves marinas como pelícanos (Pelecanus thagus) y muchas especies de gaviotas. Existe mucha vida, razón por la cuál diversas aves migratorias eligen estos lugares como sitios de descanso en sus viajes desde sitios tan lejanos como Norteamérica. Este es el caso de la gaviota de Franklin (Leucophaeus pipixcan) o el zarapito (Numenius phaeopus) que ven en estos lugares sitios de descanso y alimentación. En lugares como la desembocadura del río Aconcagua, entre Concón y Quinteros, se han registrado simultáneamente hasta 30 mil ejemplares de gaviota de Franklin descansando mientras realizan su migración hacia el sur del país.

Cientos de gaviotas de Franklin en el Humedal de Mantagua.

La vegetación puede constar de agrupaciones de totoras (Scoenoplectus californicus) formando totorales, juncos (Juncus sp.) formando juncales, carrizos (Phragmites australis) formando carrizales y vatros (Thypha angustifolia), aunque en su conjunto muchas veces a todas se les llama simplemente totorales. Estas y otras plantas se distribuyen dependiendo de la profundidad del agua, el grado de salinidad o la temporalidad con que están sumergidas y son vitales para mantener estabilizados los bordes del río. Allí anidan multitud de aves como el Siete colores (Tachuris rubrigastra) que es, como dicen algunos, imposible de ver si no es en los totorales. En las lagunas costeras que se forman por barreras físicas que impiden que el río llegue directamente al mar, es posible ver también ver a la tagua común (Fulica armillata), la tagua chica (F. leucoptera) y la tagua de frente roja (F. rufifrons). Estas tres especies pueden tener requerimientos similares, y pueden convivir sin competir eligiendo vivir en zonas diferentes de la laguna: las taguas de frente roja viven en los bordes de las lagunas, las taguas comunes en el centro y las taguas chicas entre medio de estas dos.

Der: taguas comunes; Izq: taguas de frente roja (fotos de Juan Pablo Salgado).

En algunos sitios de los estuarios pueden crecer bosques de sauce chileno (Salix humboldtiana) y diversos matorrales como la chilca (Baccharis salicifolia) que brindan espacios donde las garzas pueden anidar. Un ejemplo notable es el estuario formado por la desembocadura del río Huasco, en la III Región, que alcanza una gran extensión de totorales, praderas inundadas, aguas corrientes y calmas y bosquecillos de sauces. Al encontrarse en una zona desértica, todas las aves acuáticas de la zona se congregan allí, tanto por su gran tamaño como por la escasez de otros humedales. El humedal del río Lluta, en la desembocadura de dicho río, se congrega también mucha fauna y tiene la particularidad de encontrarse prácticamente en el límite Norte de Chile, colindando con Perú, de modo que allí es posible ver aves que no son frecuentes de ver más al sur: habitantes del desierto o ejemplares errantes que llegan de casualidad.

Desembocadura del río Huasco (foto de Juan Pablo Salgado).

Desembocadura del río Lluta (foto sacada de www.wikipedia.org).

Cuando el agua del río se descarga en el mar aporta multitud de nutrientes que enriquecen las aguas y pueden favorecer el crecimiento de bosques de algas que sustentan una variada fauna, e influyen en el crecimiento de plancton: animales o plantas microscópicos que sirven de alimento al krill y otros animales y estos a su vez alimentan a predadores más grandes como las ballenas, incluyendo a las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) o la ballena azul (Balaenoptera musculus). Incluso el endémico delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia) parece preferir vivir cerca de estuarios, al menos en la zona costera entre Chiloé y Valparaíso.


El ser humano ha venido usando estos espacios naturales desde hace miles de años sin alterarlos de tal manera que se comprometa su calidad de refugio de biodiversidad, pero en los últimos siglos las cosas han cambiado. Al arrastrar todo el material desde río arriba, muchas veces los estuarios vienen cargados con sustancias contaminantes que vierten los asentamientos humanos en los ríos. Estudios realizados en la desembocadura del río Aconcagua han mostrado daños genéticos en el pejerrey de mar (Odontesthes regia) y en la lisa (Mugil cephalus), ambos peces que allí viven y que podrían tener estos daños por las diversas sustancias contaminantes presentes. Además, el continuo desarrollo inmobiliario y cambios en los usos de suelo puede afectar estos ecosistemas al extraer o depositar áridos, desechos de construcciones y basuras varias lo que permite la proliferación de flora exótica invasora capaz de tolerar estas intervenciones en desmedro de la flora nativa. La intervención que se haga aguas arriba puede disminuir el caudal del río o el flujo de nutrientes, afectando las poblaciones de plancton en el mar y con esto, en última instancia, a las ballenas. La destrucción de estuarios dificulta a las aves migratorias realizar sus viajes pues se quedan cada vez con menos sitios de descanso y los que van quedando están mas espaciados entre sí. Es necesario proteger estos importantes enclaves de biodiversidad, que unen la vida marina, terrestre y de agua dulce. Una correcta planificación territorial que contemple estos sitios como prioritarios para la conservación, junto a una efectiva fiscalización para que no sean destruidos de manera ilegal y, por sobre todo, una puesta en valor de estos lugares para el común de la población, son cruciales.