domingo, 18 de marzo de 2018

La doca o dedos de ángel (Carpobrotus chilensis)

Foto sacada del siguiente link: http://eol.org/pages/480604/overview

Muchos conocen a la doca, una planta común en las dunas y playas de arena de nuestro país, desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región de Los Lagos. Es una planta rastrera con hojas suculentas, es decir, que almacenan agua lo que les da un aspecto carnoso, y que cubren los suelos arenosos, estabilizándolos al tiempo que incorporan materia orgánica a través de sus hojas y ramas secas, todo lo cual favorece la llegada de otras plantas a las playas y dunas que puedan ser mas exigentes con las condiciones del suelo. Tienen cierta plasticidad al poder trepar por las ramas de arbustos con los que se topan mientras crecen.

Foto de Juan Pablo Salgado.

Poseen flores rosadas con abundantes pétalos y polen que proveen alimento a distintos invertebrados, además de refugio. Distintos insectos usan flores para guarecerse del frío durante la noche ya que estas cierran sus pétalos generando cierta protección contra las bajas temperaturas. La flor polinizada da origen a un fruto llamado frutilla de arena, comestible y con un sabor ligeramente salado repleto de semillas pequeñas. En California los frutos de ésta y otra especie de doca, Carpobrotus edulis, son consumidos por el ciervo mulo (Odocoileus hemionus) y la liebre de California (Lepus californicus), entre otro animales, dispersando las semillas con sus excrementos. Es posible que antaño la doca fuese dispersada por roedores nativos de  la costa y guanacos (Lama guanicoe), y actualmente sea dispersada más que nada por conejos (Oryctolagus cuniculus) y ganado doméstico.

Insectos guareciéndose en una flor de doca cerrando sus pétalos (foto de Juan Pablo Salgado).

Resulta curioso, sin embargo, que no se sabe a ciencia cierta el origen de esta planta: algunos autores plantean que puede ser originaria de Chile, otros que de Chile y la costa del Pacífico de Norteamérica, algunos que es de Chile y Sudáfrica o solo de Sudáfrica. Actualmente es considerada una planta nativa, aunque esta poca claridad podría generar en una falta de interés por su conservación. Esto toma importancia cuando tomamos en cuenta que se han registrado dos especies de docas emparentadas con la nativa, pero que vienen de Sudáfrica. Estas dos especies son Carpobrotus edulis y Carpobrotus aequilaterus, ambas muy similares entre sí y con un carácter invasivo que preocupa, además de que pueden hibridizar con la nativa C. chilensis lo que es mucho peor. Las flores de C. edulis son de  6 a 10 cm de largo color blanco, amarillo o purpúreo con matices blancos, con hojas de 7-10 cm de largo, mientras que la nativa tiene flores purpúreas de 3 a 5 cm de diámetro y hojas de 3 a 5 cm de largo. Estudios realizados en las costas de California han mostrado que las C. edulis hibridizan con C. chilensis y los animales son dispersores más efectivos de la primera y los híbridos, que de la segunda. Si algo similar ocurre en Chile podríamos ser testigos de una extinción silenciosa pero a la vista de todos de la doca nativa, por el gran parecido entre estas dos plantas.

A: flor de doca nativa; B: flor de C. edulis; C: flor de C. edulis a la izquierda y C. chilensis a la derecha; D: hoja de doca nativa a la izquierda y de C. edulis a la derecha (Fotos sacadas de la investigación que dejó constancia de la presencia de la doca invasora en Chile, disponible en el siguiente link: http://www.gayanabotanica.cl/pdfs/2015/1/18-Sotes_etal_2015.pdf).

jueves, 15 de marzo de 2018

Litoral chileno: bosques de algas o huirales


Bosque de huiros (foto sacada del siguiente link: https://reeflifesurvey.com/surveying-southern-chile/)

Chile es mar, de eso no hay duda, y nuestros mares albergan diversos ecosistemas, cada uno con sus particularidades pero conectados entre sí por sus especies y por cómo uno influye en el otro. Los bosques de algas de los mares chilenos son un gran ejemplo de esa interconexión pues no solo albergan vida exclusiva de estos bosques, si no que son zonas de cría para peces de alta mar y fuente de alimento para predadores costeros.

Bosques de algas (foto de Fabián Norambuena).

Los bosques de algas o huirales, surgen en mares fríos con abundancia de nutrientes como son los mares de Chile gracias a la corriente de Deriva del Oeste que choca con las costas chilenas a la altura de Chiloé y se divide en la Corriente de Humboldt que se dirige por la costa hacia el norte, y la Corriente de Cabo de Hornos que se dirige hacia el sur, transportando masas de agua fría por nuestras costas, levantando nutrientes desde el fondo marino que alimentan a las algas como el cochayuyo (Durvillaea antartica) y el huiro palo o lesonia (Lessonia nigrescens), aunque destaca el huiro (Macrocystis pyrifera)  por ser capaz de crecer hasta 30 metros y elevarse en dirección al sol para realizar la fotosíntesis por medio de unas bollas llenas de gas que empujan la planta hacia arriba llamadas aerocistos. Los nutrientes de las frías aguas son absorbidos desde el agua directamente a través de los tejidos del alga, ya que no poseen ni necesitan raíces como las plantas en tierra. En la base de estas algas hay estructuras similares a raíces llamadas grampones, pero que solo le sirven al alga para anclarse a las rocas y no ser transportada por la corriente.

Buzos adentrándose en un bosque de algas (foto cortesía de Fabián Norambuena).

Se manera similar a lo que ocurre en un bosque en tierra donde los animales se distribuyen según la altura, en los bosques de algas los animales se distribuyen según la profundidad. En "las alturas", que vendría a ser la zona superficial del mar y las masas de follaje de los bosques de algas, se encuentran animales como Gaimardia trapesina, una especie de almeja miniatura, que se adhiere a las hojas del alga, llamadas formalmente frondas. Allí también vive el anfípodo dobla-huiro (Peramphithoe femorata), un curioso crustáceo similar a un camarón que se alimenta de las frondas e incluso las utiliza para construir su hogar: dobla una sobre sí misma y la mantiene fija con seda. Este animalito incluso coloca sus huevos y cuida de sus crías en su refugio, algo poco común en invertebrados. Otra especie que podría utilizar el huiro como refugio y alimento sería el gusano poliqueto Platynereis australis, cuyos ejemplares juveniles y no reproductores viven en las bases de las algas y cuando les llega la hora de reproducirse migran por el huiro hacia arriba donde se refugian en sus frondas y nadan para encontrarse y reproducirse.

Platynereis australis en fronda de huiro (foto sacada del siguiente link: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-560X2013000100015)

A medio camino entre el fondo marino y la superficie otra fauna vive en los tallos de los huiros. Algunos incluso adoptan formas y colores similares a los de estas algas, como el panchote (Taliepus  dentatus), tal y como algunos insectos lo hacen en los bosques terrestres. Los briozoos son otro tipo de animales que viven a lo largo de los tallos de los huiros. Hay muchas especies de briozoos, que son pequeños organismos cuyas larvas se adhieren al alga y crecen hasta formar un organismo que filtra el agua para obtener su alimento. Este animalito crece y se divide, generando así una colonia de briozoos que crecen adosados al alga.

Panchote (foto sacada del siguiente link: https://reeflifesurvey.com/surveying-southern-chile/).

Potos de mar adheridos al tallo de algas (fotocaptura de la serie "Chile, mundos sumergidos", episodio "Bosques sumergidos").

En la base de los huiros, los grampones, vive gran cantidad de fauna asociada: estudios realizados en huirales de la Región de Magallanes revelaron la presencia de 114 especies animales que viven asociados a la base de estas algas, incluyendo gusanos poliquetos, crustáceos, esponjas de mar, peces, estrellas de mar, erizos, etc.

Izq: esponjas asociadas a la base de las algas; Der: pez y picoroco usando las esponjas como refugio (fotocapturas de la serie "Chile, mundos sumergidos", episodio "Bosques sumergidos").

En los bosques de algas de todo el mundo hay un animal que adquiere suma importancia debido a u voracidad a la hora de comerse los huiros, cochayuyos y otras algas. Son los erizos, un tipo de animal que engloba varas especies presentes en Chile, incluyendo el comestible Loxechinus albus. Estos animales pueden avanzar en hordas por el bosque alimentándose de las bases de los huiros lo que deja a la deriva el resto del alga que se va flotando gracias a sus boyas llenas de gas. Aunque en principio esto puede sonar malo, permite el transporte de invertebrados que estén sujetos al alga al momento de que se desprende, permitiéndoles colonizar otros bosques siempre y cuando el alga llegue hasta uno.

Distintos depredadores dependen de los huirales para obtener su alimento: caracoles de mar de la especie Fusitriton magellanicus o la estrella de mar Cosmasterias lurida que se desplazan lentamente consumiendo organismos que no puedan escapar, y la tonina (Lagenorhynchus australis) pescan en estos bosques. De hecho, la tonina o delfín austral, parece estar íntimamente ligado a los bosques de algas de los canales y fiordos de la zona sur y austral de Chile y se ha planteado incluso que la conservación de este delfín implica la conservación de estos ecosistemas.

Tonina (foto sacada de www.wikipedia.org).

Otros depredadores pescan en estos ambientes, y esa es una manera que tienen los bosques de algas de conectar distintos hábitats: los quetrus (Tachyeres sp.) pescan y se alimentan de mariscos, las gaviotas (Larus dominicanus) comen pequeñas almejas adosadas a las frondas, siendo todos habitantes de la costa. El mamífero marino más pequeño del mundo, el chungungo (Lontra felina), caza en estos ambientes, buceando para capturar crustáceos, peces y moluscos que puede comer tanto en la orilla como en el mar mismo, flotando sobre su espalda y disfrutando de la presa capturada. Su pequeño cuerpo pierde el calor rápido en las frías aguas de Chile de modo que no pueden estar mas de 20 minutos seguidos buceando y han de comer un cuarto de su peso al día para tener reservas para generar calor suficiente. Su pelaje también ayuda: al mantenerlo aireado le aísla del frío. Este mismo pelaje tan fino lo volvió blanco de una caza indiscriminada que por poco y acaba con la especie.

Chungungos (fotos de Nicolás Muñoz Echeverría y Benito Rosende respectivamente).

El ser humano obtiene múltiples beneficios de los bosques de algas. Algunas de ellas son comestibles, como el cochayuyo, y son el sitio de cría de distintas especies de altamar de interés comercial por lo que recargan sus poblaciones, además de contar con especies propias de estos ecosistemas que son fuente de alimento: el bilagay o pintacha (Cheilodactylus variegatus) y el pejeperro (Semicossyphus darwini), entre otros peces. Estas dos especies también pueden encontrarse en fondos rocosos. El bilagay es una especie relativamente común, no muy consumida por gente que no sea pescadores. El pejeperro, por su parte, es una especie no muy estudiada en Chile, aunque las otras especies de género: la vieja de California (S. pulcher) (no confundir con la nativa vieja Graus nigra) y el asiático S. reticulatus tienen características reproductivas bien extrañas. Los peces nacen siendo hembras y a medida que crecen o si el macho dominante del cardumen envejece o muere, se transforman en machos. Es muy probable que esto también ocurra en el pejeperro, dado el parentesco con las otras dos especies.

Bilagay (foto de Luis Vega).

Pejeperro macho (foto sacada del siguiente link: http://www.subpesca.cl/sitioprensa/614/w3-article-92818.html).

Hoy en día ocurre a la destrucción de estos bosques por parte de una industria creciente de extracción de algas destinadas a la obtención de alginatos, una sustancia que contienen y que se usa con distintos propósitos, entre ellos la elaboración de cosméticos y cápsulas de medicamentos. Algunas comunidades del norte de Chile se dedican a la recolección de algas varadas en franjas de costa denominadas áreas de manejo, registradas en SERNAPESCA, actividad que impacta infinitamente menos en estos bosques que la extracción  que hacen algunas comunidades directamente de ejemplares arrancados de la roca en el llamado barreteo. Algunos extractores realizan cortas selectivas, eligiendo los ejemplares a extraer y procurando arrancar también la base del alga, que no vuelve a crecer y que deja el espacio libre para que otra alga recolonice la roca. Muchas comunidades, sin embargo, realizan una "tala rasa" de los bosques de algas lo cuál altera significativamente estos ecosistemas. Peor aún en el caso de los ilegales, no inscritos en SERNAPESCA, que en ocasiones roban el producto de la cosecha de los huireros inscritos. Los huireros legales incluso están dispuestos a barretear en demasía para que lo que quede no se lo roben los ilegales, todo lo cuál ha generado la destrucción de grandes extensiones de bosques marinos, y dejando atrás suelos rocosos donde difícilmente pueden volver a crecer por la voraz herbivoría de los erizos de mar. Las autoridades deben  tomar cartas en el asunto, y las comunidades huireras deben entender que agotar su recurso es pan para hoy y hambre para mañana.